jueves, 26 de marzo de 2009

No soy un Pan de carne

El: ¡Palimpsesto!
Ella: ¡Palíndromo!
El: ¡Palito!
Ella: ¡Palinúrido!
El: ¡Palilaliadora!
Ella: ¡Pálido!
El: ¡paliadora!
Ella:…. Palmé…
El: ¡Perdiste!

 
El la toma entre sus dos manos y besa su boca. Mientras, piensa en palinúridos, palimpsestos, palmeras, palomas, palmitos y un palolo que según vieron en el diccionario es un gusano bastante feo. Todo eso piensa y la besa con ojos entreabiertos en la oscuridad.
 Piensa en la cabeza que tiene ahora entre manos, llena de cerebro, bacterias y pensamientos. La toca; pelo, piel y cráneo. Un cráneo medianito que a veces parece más grande, a veces más chico. Y siempre esa inquietud febril al sentir los huesos ajenos entre las manos y sentirse vulnerablemente mortal. 
Mientras la besa sigue pensando que esa cabeza por ahora suspendida entre sus dos manos, al dejarla volverá a posarse en su soporte natural. Un conjunto de vértebras que forman un collar largo lleno de médula ósea. Médula osea frágil, frágil; que frágil. 
Mientras el beso se estira medita en las posiciones que ocupan ambos cuerpos en el espacio inmediato y no tan inmediato; los dos paraditos, El sosteniendo la cabeza de Ella. El se imagina ahora dos esqueletos besándose en un cuarto, en un departamento de un edificio, de una manzana de Palermo, de Buenos Aires, que si alguien pudiera verlos desde el cielo vería…
Ella: ¿Qué pensás? Estás volando… me estás chapando en silencio hace 5 minutos…
Al escucharla El cae de nuevo desde el cielo al departamento, suelta el cráneo que tenía entre sus manos esqueléticas, vuelve a la realidad de los órganos, la piel, los pelos, la ropa, le devuelve el cuero cabelludo a Ella, su ropa, sus ojos y su vestido, se pone las orejas y se da cuenta que siguen escuchando cadena 100 que nunca le gustó. 
Se pone la campera. 
El: Perdón, tengo sueño, me voy ya. 
 Dos cráneos se besan en un ascensor. Dos lenguas con papilas gustativas se pasan saliva de una a otra. Dos esqueletos se abrazan en el hall de un edificio y un esqueleto se despide. Cuando camina se esfuerza por sentir su cuerpo, huesos, músculos y extremidades en su lugar. La rodilla; imagina su glándula sinovial y sabe que sin ella no estaría caminando. Ahora piensa que quizá está pensando demasiado. Demasiado en sus carnes, demasiado en su existencia. Se aleja demasiado de la vida con esos pensamientos, no deja de pensar ni para chapar. 
Y se consuela pensando:
eso es lo que me diferencia de un pan de carne

6 comentarios:

Carolina Horovitz dijo...

Hola querida persona, traigo mi primer lápiz de color para decirte una vez más que me sacaste una sonrisa con todo este asunto de diferenciarse a un pan de carne.

saludos palíndromos!
anita lava la tina
atale demoniaco cain o me delata

Anónimo dijo...

dábale arroz a la zorra el abad

Nk dijo...

Ay! mi jaca en tu caja!
ay! mi caja en tu jaca!
Ja ja!
Lo que te diferencia es el relleno.

Imperfecta dijo...

Pero cuánta racionalización y clase de anatomía resume él en un beso...

Besos

Una chica asi dijo...

Muy bueno lo tuyo. Muchos huesos y extremidades.

Erzébet Báthory dijo...

Te quiero como gata boca arriba, panza arriba te quiero, maullando a través de tu mirada, de este amor jaula violento, lleno de zarpazos como una noche de luna y dos gatos enamorados discutiendo su amor en los tejados, amándose a gritos y llantos, a maldiciones, lagrimas y sonrisas.
G Belli.